Hace años, era yo la locutora oficial de Radio Cóndor, emisora de la Universidad Autónoma de Manizales, cuando me llamaron de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales para dictar en primer semestre la materia “Radio” y dentro de ella, locución.
Era algo novedoso y los estudiantes tenían muchas expectativas acerca de su futuro. Unas querían llegar a ser comentaristas de moda, otros, grandes reporteros. Un estudiante se levantó y dijo: “Yo voy a ser locutor de televisión”.
Lo expresó con firmeza, con
convicción.
Su afirmación causó risas
entre los alumnos y algunas burlas, porque se veía muy lejano y casi imposible
ser locutor de Televisión en un canal de Bogotá.
No obstante, respondió con
mucha seguridad; “Ya verán… Ya verán”. Y no le importaron las burlas.
Fue el mejor estudiante de la
materia, aprendió a leer con expresión, con lectura anticipada, con excelente
dicción y se notaba su deseo de llegar a ser el mejor locutor.
Recordé entonces la decisión que había en su voz cuando afirmó que él sería locutor de televisión.
Esa es la importancia de
tener un objetivo claro que guíe los pasos de cada persona porque todos los
esfuerzos se encaminan a lograrlo. De esta forma, cuando se sabe qué se
quiere, no hay titubeos, y los obstáculos que aparezcan se hacen a un lado, se
superan.
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