Cuando
me miro al espejo compruebo que los años pasaron velozmente y que aquellas
etapas de la vida infancia, juventud, madurez pasaron como el agua en un
canasto y llegó la vejez. Así de simple, sin eufemismos que quieran disimular
la última etapa, cosa que es muy normal en un país que privilegia y hace un
culto de la juventud. Otra cosa es, por ejemplo, en China donde llegar a viejo ubica
al individuo entre las personas más respetables de la sociedad.
Y
hay una situación triste, preocupante (y no por eso deja de ser real): los jóvenes creen que siempre serán jóvenes y
no se preparan para la vejez. El gobierno los obliga a estar afiliados a un
fondo pensional, pero creen que ese tiempo está muy lejos y no reflexionan
acerca de que es necesario preparase para hacerle frente a esa parte de la vida
que, cuando menos se piensa, llega. Quienes trabajaron en su juventud, tienen
solucionada su situación económica, pero hay otro aspecto no menos importante:
el sicológico y el de la vida de todos los días.
¿Cuántos
jóvenes se han preguntado: cómo será mi existencia
cuando me jubile? ¿Qué haré cuando no tenga que ir a trabajar?
Un
descanso de algunos días es muy bueno; pero ¿Y después? ¿Qué haré en ese tiempo
que me sobra?
“Ya
sé, dirán algunos, me pondré a leer porque me gusta”; pero leer cansa si se
hace por varias horas todos los días porque no hay más que hacer. Otros
afirmarán: “Voy a dormir por todo lo que no pude hacerlo antes”; pero resulta
que a más edad menos sueño se necesita!
“Viajaré
por todo el mundo”, dirán otros; pero no es nada bueno andar permanentemente de
un lugar a otro como maleta de loco y menos siendo viejo y por ende, lento, en
un mundo que anda aprisa.
Y si
nada de lo anterior puede hacer, seguramente lo pondrán a cuidar a los nietos,
o a los sobrinos...
Pero
el viejo ya no está para eso porque él ya crió y cuidó a sus hijos o a sus
sobrinos cuando era el tiempo de hacerlo.
Hacerle
frente a la jubilación y a la vejez no es fácil y por ello hay que prepararse;
aprender diferentes manualidades, comenzar a vincularse con alguna sociedad de
beneficencia, cultivar amistades con aficiones y gustos similares… Reunirse con
los amigos para tomar café y hacer algo productivo es una situación que le
permite al viejo ir aceptando su nuevo estado. En fin…Buscar qué hacer porque
los días de ocio son eternos, son por lo menos, doce largas horas de luz y el
individuo se va encerrando en sí mismo, se vuelve malgeniado y termina por
aislarse de todo el mundo cuando debiera de vivir horas placenteras.
A
veces la jubilación llega porque el jefe presiona y hay que dejar de trabajar
cuando aún la persona se siente capaz de continuar con sus funciones y se
desempeña bien. El resultado de esa presión es un golpe bajo para ese ser que
aún tiene ánimos y alientos para continuar en el quehacer diario.
Esos
“golpes bajos” muchas veces desembocan en sufrimiento interior y en depresión
ante una pregunta que no tiene respuesta: ¿Sera que ya no sirvo para nada?
Por
eso, para atenuar esos golpes, en algunas naciones el viejo que puede hacerlo
trabaja medio tiempo, algunas horas. Así no solo ese ser se siente útil, sino
que en esos países hay menos problemas sicológicos en su gente y el Estado
gasta menos en tratamientos especiales para esa población.
Hay
trabajos que solo realiza perfectamente quien tiene experiencia. Sin embargo,
muchas veces se ubica a un “novato” sin tener en cuenta que su rendimiento no
será el mejor precisamente porque le falta experiencia y sus “metidas de pata”
cuestan plata..
Es
cierto que el joven necesita adquirir presteza en la realización de
determinadas tareas, pero debe aprender junto a un veterano que le vaya
enseñando los trucos y los “secretos” para hacer bien las cosas.
Ojalá
nuestros gobernantes tomaran el buen ejemplo de naciones de otras latitudes
donde no solo se piensa en la productividad y en el dinero sino también en la
gente.