Cuando se habla,
escribe y entiende otros idiomas además del materno (en este caso el español),
es necesario que el cerebro tenga la capacidad de pensar en esas lenguas y se
acomode al esquema lógico propio de cada idioma, pues si se tradujera
literalmente de uno al otro, el producto no se entendería, o si se entendiera, estaría
mal estructurado desde el punto de vista
gramatical.
Es el caso, por
ejemplo, de un “su” que por influencia del inglés, está apareciendo con
frecuencia en las traducciones y en el uso común y es contrario a la norma establecida para el
empleo de los pronombres posesivos en nuestro idioma. Veamos los siguientes
ejemplos:
“El delantero se
lesionó su pierna izquierda”
“El niño perdió sus dos piernas en el accidente”
“El prisionero
estaba con cadenas en su cuello y en
sus pies”
La lógica de
nuestra lengua materna nos dice que las partes mencionadas del cuerpo en los
ejemplos anteriores, no pueden ser sino de la persona nombrada, y por tal razón
el uso del pronombre posesivo su
y sus resulta vicioso, inútil
y redundante. Digamos, entonces:
El delantero se
lesionó la pierna izquierda.
El niño perdió las dos piernas en el accidente.
El prisionero
estaba con cadenas en el cuello y en
los pies.
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